Como cada año, también este año hemos
celebrado la festividad del Glorioso San Antonio de Padua en nuestro
Monasterio, con una gran solemnidad y una gran asistencia de devotos y fieles a
los diversos cultos que hemos celebrado en nuestra iglesia conventual.
También este
año hemos celebrado un solemne Triduo predicado en honor de nuestro hermano San
Antonio de Padua. El predicador fue el religioso Franciscano Menor Fray
Modesto, miembro de la Comunidad que tienen estos religiosos en el Pº de
Zorrilla de Valladolid y que, durante unos años, fue
nuestro Asistente espiritual Provincial y, lo hizo, con una gran ilusión
y alegría, un gran dominio del tema y una gran elocuencia que a todos
entusiasmó. Este religioso es el que presidió las Eucaristías que cada día
celebrábamos a las 19 de la tarde y en las que, además de la homilía,
recitábamos también los ejercicios de la novena.
A estas
Eucaristías, además de toda la Comunidad, asistió un buen número de devotos y
fieles y las religiosas las amenizaron con el cántico de unas apropiadas
canciones al caso.
El día de la
Fiesta del gran San Antonio, además del predicador participaron en la
Eucaristía el párroco y sacerdotes del pueblo y otros sacerdotes que vinieron,
la iglesia se abarrotó de Fieles y Devotos y contamos también con la presencia
de nuestro Excelentísimo Alcalde y miembros de nuestro ayuntamiento. Al final
de la Eucaristía se bendijo y repartió el pan de los pobres entre los
asistentes y se concluyó con una gran procesión por el jardín exterior del
Monasterio. A esta procesión asistieron, ordenadamente y cantando, todos los
fieles y devotos que habían asistido a la Eucaristía.
Una vez que finalizó la procesión, todos los que habían asistido a la misma, por la Hermanas Clarisas, fueron invitados a participar en el ágape fraterno preparado con amor y primor por ellas y que fue servido en el jardín exterior del Monasterio. A esta invitación acudieron todos y, mientras degustaban las diferentes viandas preparadas por la Clarisas hablaron y comentaron de lo mucho que les había gustado no solo la Eucaristía a la que acababan de asistir, sino también todo el Triduo y de los ricas y sabrosas que estaban las cosas que las religiosas les habían ofrecido en el ágape fraterno y las bebidas con que las habían acompañado.
Después de
invertir un tiempo en la degustación de este ágape fraterno y dar las más
rendidas gracias a las religiosas, todos se retiraron a sus casas, con la
promesa de regresar el año que viene.
Fray
Bernardino Román, Franciscano Conventual
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