martes, 20 de septiembre de 2016

CELEBRACIÓN DE LAS BODAS DE ORO DE PROFESIÓN DE SOR AURORA


CELEBRACIÓN DE LAS BODAS DE ORO DE  PROFESIÓN DE  SOR AURORA DE JESÚS RODRÍGUEZ PÉREZ

El día 3 de septiembre, sábado, a las 19 horas, se celebró en la iglesia conventual de nuestro Monasterio de la Ciudad de los Almirantes una solemnísima Eucaristía, presidida por el  Excmo. y Rvdmo. Cardenal, D. Carlos Amigo, Arzobispo Emérito de Sevilla y concelebrada por los siguientes sacerdotes: Fray Bernardino Román, Franciscano Conventual;  Fray Ángel Mª Fernández de Pinedo, Franciscano y asistente provincial de la Orden de las Hermanas Pobres de Santa Clara;  Fray Modesto, Franciscano;  el P Manuel y el P. Oterino, claretianos;  el P, Marcial Estébanez y el P, Exsuperior de de la Casa de Espiritualidad de Villagarcía, jesuitas; D. Acacio Touriño, Sacerdote castrense; D,. Francisco Casas, sacerdote y D. Jesús Mª Casas, redentorista, con motivo de las BODAS DE ORO DE PROFESIÓN de  la religiosa clarisa Sor Aurora de Jesús Rodríguez Pérez.: A esta Eucaristía no pudieron asistir, sintiéndolo muchísimo,  el Capellán del Monasterio y párroco de la Ciudad, D. Juan Carlos Fraile san Miguel y el resto de los sacerdotes de la parroquia por encontrarse celebrando el solemne novenario en honor de la Patrona de la Ciudad que es, Ntra. Sra. De Castilviejo
         La iglesia conventual se encontraba recién pintada, brillando por su limpieza y orden  y, en el presbiterio, abundantes ramos de flores blancas colocados muy primorosamente y con gran delicadeza, lucían  en todo su esplendor. Sobre los distintos bancos y sillas de la iglesia  se habían colocado unos primorosos cuadernillos, en cuya portada aparecía la figura de la Religiosa que celebraba sus Bodas de Oro y  que contenían  las distintas partes de la  ceremonia que se iba a  presenciar. 
En el Coro alto de la iglesia, se ubicaron los componentes de  la agrupación Coral de Medina de Rioseco que nos deleitó y recreó con las bellas y armónicas  canciones que interpretó a lo largo de la Eucaristía. 
En el presbiterio, además de estar colocadas las distintas sedes para el Ministro y los concelebrantes, se habían colocado también, a la derecha del altar, cuatro sillas con sus reclinatorios respectivos, que fueron ocupadas por  la Madre Abadesa, la religiosa que celebraba sus Bodas de Oro, Sor Aurora,  y los padrinos del acto que fueron sus familiares D. Eligio Rodriguez y Dª:  Angustias Rodriguez. 
También en el Coro Alto se halaban el resto de los miembros de la Comunidad religiosa y  el numeroso grupo de hermanas clarisas que habían venido: de un Monasterio de Madrid, de los  Monasterios de Santa Isabel y Santa Clara de Valladolid, y del Monasterio de Medina del Campo, para acompañar a la homenajeada. Y finalmente la iglesia se encontraba totalmente abarrotado por familiares de la Hermana Sor Aurora, por conocidos y benefactores de la comunidad y de ella misma y por un gran número de feligreses y fieles de la Ciudad de los Almirantes y de los  pueblos vecinos,  que  asistieron a la ceremonia en un ambiente de un gran silencio religioso y una profunda devoción y religiosidad.
         El Excmo. y Rvdmo. Señor Cardenal, D. Carlos Amigo,  pronunció una  hermosa, bellísima y profunda  homilía que agradó a todos los asistentes y que les hizo  vibrar  de emoción y entusiasmo ante las cálidas, sencillas y tiernas palabras y pensamientos que él desgranó durante la misma  y las simpáticas alusiones que él hizo, con su proverbial sabiduría y gracia,  con respeto a la vocación y a  los cincuenta años de vida consagrada de  la homenajeada, Sor Aurora, a quien él conocía desde el mismo momento de su ingreso en el Monasterio. 
Una vez finalizada esta homilía, que todo el mundo siguió embargado por el gozo y la alegría, , tuvo lugar el emotivo acto de la renovación de su profesión por parte de  sor Aurora,   en manos de la Madre Abadesa, Madre Concepción Vega Millán, una vez que ella había respondido afirmativamente al hermoso interrogatorio que le formulara el Señor Cardenal. Este acto,  a cuantos lo presenciamos en un ambiente de  un profundo silencio religioso,  nos inundó de una  gran emoción y alegría y hasta hizo aflorar  las lágrimas a los ojos de muchos de los presentes..
         Finalizado el acto de la renovación de la profesión y una vez pronunciado el credo, tuvo lugar la Oración de la Fieles y, a su conclusión, se realizaron las siguientes ofrendas: Pan y Vino, un Evangelio, una vela y un lirio blanco. Luego siguió la solemne Eucaristía en la que, tanto Sor Aurora, como la Madre Abadesa y el resto de las Hermanas Clarisas, recibieron la Eucaristía bajo las dos especies sacramentales de pan y vino
         Antes de la Bendición final, Sor Aurora, pronunció unas sencillas y emotivas  palabras de acción de gracias que a todos impactaron  profundamente y merecieron el aplauso general y prolongado por parte de toda la Asamblea. Finalizada esta acción de gracias, se leyó la Bendición que el Papa le había enviado a sor Aurora con motivo de sus Bodas de Oro de >Profesión y la cariñosa carta de felicitación que, con este motivo, le había remitido y, a continuación,  se leyó, también,  la bendición y carta que el mismo Cardenal D. Carlos le había remitido  a Sor Aurora con motivo de la celebración de sus Bodas de Oro de su profesión. Estas bendiciones  fueron rubricadas por un aplauso general.
 A su conclusión el Oficiante principal impartió la bendición y, una vez recibida esta, Sor Aurora acompañada por la Madre , se colocó delante del presbiterio para recibir la felicitación  por parte del Cardenal y de todos los concelebrantes, de todas sus hermanas Clarisas y de todos cuanto habían asistido a la hermosa y religiosa ceremonia mientras les entregaba un simpático recordatorio de la ceremonia.


Finalizado este acto, todos los asistentes pasaron al patio exterior del Monasterio donde se habían preparado unas mesas, sobre las que, las religiosas de la Comunidad,  habían colocado bandejas de pastas y refrescos  para poder  compartir un pequeños refresco , que a todos encantó y entusiasmó y, mientras se celebraba este,   por todas partes se escuchaban comentarios altamente elogiosos y laudatorios sobre el  acto que acababan de presenciar  y vivir..
                   El cronista: Fray Bernardino Román, Franciscano Conventual

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