
CELEBRACIÓN DE LA NAVIDAD EN NUESTRO MONASTERIO
Nuestro Seráfico Padre san Francisco, en el pequeño pueblo de Greccio, Italia, levantó el primer Belén del mundo y animó, con su vida y sus escritos, a todos sus hermanos y hermanas de la gran familia franciscano-clariana de una manera muy directa y, también, a todos los fieles del mundo, en general, a que siempre celebraran, con la mayor solemnidad, devoción y religiosidad posible, el nacimiento del Hijo de Dios y las alegres fiestas navideñas.
Este gran deseo del Seráfico Padre, su “plantita”, santa Clara, siempre lo hizo hermosa realidad a lo largo de su dilatada vida:recitando con gran devoción el Salmo Navideño que compusiera nuestro Seráfico Padre, no una sino varias veces a lo largo del tiempo Navideño; amando tierna y encendidamente al Niño Dios hasta haber tenido la dicha de gozar de lacontemplación, en una visión que tuvo lugar en la noche de Navidad, de la real presencia del Niño Dios y disfrutar de sus caricias y sonrisas ; y rezumando en sus escritos, un poco del profundo amor que siempre latió en su corazón ante el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios.
Nuestro Seráfico Padre san Francisco, en el pequeño pueblo de Greccio, Italia, levantó el primer Belén del mundo y animó, con su vida y sus escritos, a todos sus hermanos y hermanas de la gran familia franciscano-clariana de una manera muy directa y, también, a todos los fieles del mundo, en general, a que siempre celebraran, con la mayor solemnidad, devoción y religiosidad posible, el nacimiento del Hijo de Dios y las alegres fiestas navideñas.
Este gran deseo del Seráfico Padre, su “plantita”, santa Clara, siempre lo hizo hermosa realidad a lo largo de su dilatada vida:recitando con gran devoción el Salmo Navideño que compusiera nuestro Seráfico Padre, no una sino varias veces a lo largo del tiempo Navideño; amando tierna y encendidamente al Niño Dios hasta haber tenido la dicha de gozar de lacontemplación, en una visión que tuvo lugar en la noche de Navidad, de la real presencia del Niño Dios y disfrutar de sus caricias y sonrisas ; y rezumando en sus escritos, un poco del profundo amor que siempre latió en su corazón ante el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios.

Nuestro Monasterio de Medina de Rioseco,
es uno más de los que secundan, al pié de la letra, esta honda y profunda
tradición franciscano-clariana, de la colocación de Belenes en su iglesia y en
las diversas dependencias de nuestra Casa y todos cuantos los han contemplado,
han disfrutado de su visión y han alabado su colocación. Como muestra de lo que
acabo de manifestar os ofrezco estas imágenes con alguno de nuestros belenes y
con el Niño-Dios que es acunado y mecido por las distintas religiosas de la
Comunidad.

Fray Bernardino Román, Cronista
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